20 noviembre 2005

Rey cristero

El día de hoy no está para comentarios (hay tantas cosas, tantas). Nada mas que esto.
¿Qué puedo decir?.
Hoy es Cristo Rey.


Por eso, agrego este himno de la liturgia de las horas

Oh Príncipe absoluto de los siglos,
oh Jesucristo, Rey de las naciones:
te confesamos árbitro supremo
de las mentes y de los corazones.

Oh Jesucristo, Príncipe pacífico,
somete a los espíritus rebeldes,
y haz que encuentren rumbo los perdidos,
y que en un solo aprisco se congreguen.

Para eso pendes de una cruz sangrienta
y abres en ella tus divinos brazos;
para eso muestras en tu pecho herido
tu ardiente corazón atravesado.

Glorificado seas, Jesucristo,
que repartes los cetros de la tierra;
y que contigo y con tu eterno
Padre glorificado el Espíritu sea.

Himno de la Liturgia de las Horas


Y en honor a la beatificación de este (y tantos otros):
Y de una de las epopeyas mas maravillosas del siglo XX (reflexión al paso: ¡qué rápido toda esta sangre se convierte en historia, en leyenda y, casi, casi lliteratura. Eso no es malo, claro, pero a veces enturbia la constancia de su existencia real y cercana), agrego a continuación un corrido cristero.

I
¡Madre, madre! tus hijos te juran
Defender con valor y denuedo
El tesoro divino que el Cielo
Bondadoso en tu imagen nos dió.
Aunque luche el Infierno y sus huestes
Por destruir nuestros templos sagrados
No podrán esos fieros tiranos
Arrancar de nuestra alma a Jesús.

Coro
Mexicanos, furioso el Averno
A esta patria sus huestes lanzó,
Venceremos a todo el Infierno
Con la Reina que el Cielo nos dió.

II
Si el tirano nos lleva al cadalso
Defendiendo tu honor y tu gloria,
Nunca, madre, obtendrán la victoria
Porque aliento nos da nuestra fe;
Ni el martirio de dura cadena,
Ni la cárcel, el hambre, el dolor,
Temeremos ¡oh Virgen Morena!
Con tu amparo invencible y tu amor.

Coro
Mexicanos, furioso el Averno
A esta patria sus huestes lanzó,
Venceremos a todo el Infierno
Con la Reina que el Cielo nos dió.

III
Ciñe ¡oh Reina! corona de olivo,
a esta patria que el dedo divino
Señaló como eterno destino,
Y si osare la CROM, tu enemiga,
Infestar con su aliento este suelo,
Manda ¡oh Reina invencible! del Cielo
A las huestes que Cristo formó.
Y, por el mismo precio (¡señoras y señores: una ganga, no desaproveche esta oportunidad!) se puede escuchar en línea otro corrido en este lugar.