18 noviembre 2005

Flor y signo

¡LA ENCONTRÉ!
Era en un bosque: absorto
pensaba andaba
sin saber ni qué cosa
por él buscaba.

Vi una flor a la sombra,
luciente y bella,
cual dos ojos azules,
cual blanca estrella.

Voy a arrancarla, y dulce
diciendo la hallo:
«¿Para verme marchita
rompes mi tallo?»

Cavé en torno y toméla
con cepa y todo,
y en mi casa la puse
del mismo modo.

Allí volví a plantarla
quieta y solita,
y florece y no teme
verse marchita.
Goethe
Versión de Rafael Pombo

¿Imagen conocida, no?. Pero no por eso menos maravillosa.
Habla de muchas cosas: dice del valor de la tradición, del respeto a nuestros antecesores, de la necesaria vinculación al limo esencial, de la dependencia absoluta para mantener la belleza originaria, que nos es dada.
En fin, hagan de la flor metáfora de lo que quieran y vean qué resulta. La cuestión es como se dice acá, “reconocerse en la flor”.
La flor, en la poesía, es signo.
Por alguna razón más o menos entendible, la flor (en especial la rosa) se ha ido convirtiendo en la imagen de cuanta cosa buena o pura el poeta quiera invocar.
La Flor es Signo, significa algo que, de otra manera sería una abstracción inasible.