04 noviembre 2005

Bicho de ciudad

Perdonen, pero hoy tengo ganas de no estar acá. Debe ser la lluvia, me imagino. La lluvia promete espacios, olor a tierra saciada, a campo: promete espacios. Pero esta ciudad...
Todas las ciudades. En realidad, el problema son todas las ciudades, cualquier ciudad.
No es que sean malas. Tienen su cosas, sus ventajas; pero ¡a veces son tan pequeñas!. Sí, sí ya se: que los amigos, que la vida cultural, que las posibilidades, que las comodidades. Sí, sí, ya se; entiendo, tienen razón. Pero...
Porque, al final, lo que importa, lo que verdaderamente importa...., no se, pero parece que no se consigue en la ciudad.
FÁBULA VIII
El ratón de la corte y el del campo
Un Ratón cortesano
Convidó con un modo muy urbano
A un Ratón campesino.
Diole gordo tocino,
Queso fresco de Holanda,
Y una despensa llena de vianda
Era su alojamiento,
Pues no pudiera haber un aposento
Tan magníficamente preparado,
Aunque fuese en Ratópolis buscado
Con el mayor esmero,
Para alojar a Roepan primero.
Sus sentidos allí se recreaban;
Las paredes y techos adornaban,
Entre mil ratonescas golosinas,
Salchichones, perniles y cecinas.
Saltaban de placer, ¡oh qué embeleso!
De pernil en pernil, de queso en queso.
En esta situación tan lisonjera
Llega la Despensera.
Oyen el ruido, corren, se agazapan,
Pierden el tino, mas al fin se escapan
Atropelladamente
Por cierto pasadizo abierto a diente.
«¡Esto tenemos! dijo el campesino;
Reniego yo del queso, del tocino
Y de quien busca gustos
Entre los sobresaltos y los sustos»
Volvióse a su campaña en el instante
Y estimó mucho más de allí adelante,
Sin zozobra, temor ni pesadumbres,
Su casita de tierra y sus legumbres.

Samaniego