24 agosto 2005

Si no existiera en este mundo
quien haga de la vida su terruño;
si nadie pensara en transitar
las cosas y centrarles su mirar:

si ningún hombre, preocupado,
notara la luz de lo mundano,
perecería la música o la poesía,
aquello que nutre nuestra vida.

Podía yo pensar que es imposible,
que sólo es hombre quien fastidie
ya sea en verso, prosa o armonía
el triste son de un claro mediodía,

la irreverente luz de una palabra,
la sutil cadencia de la grama,
la nítida silueta de los vientos,
el canto sirenaico de algún fuego.

Pero olvidaría así que eres Tú
el que posee la demiúrgica virtud
de quien si nombra, canta o rima,
suscita las cosas a la vida.