17 agosto 2005

Probablemente por la misma razón por la que me gustan tanto sus cuentos es que me desagrada su poesía: esa, su obsesión por la perfección y la precisión en el uso de las palabras hace de su poesía algo... muerto. Falta la impovisación de la palabra inesperada, la sorpresa de la metáfora certera por lo extraña.
Me refiero a Borges.
Me parece que tiene cuentos maravillosos, relatos insuperables... pero mala poesía.
Quizás sea porque para percibir la hondura de las cosas con la precisión suficiente para la poesía, se precisa un profundo conocimiento y sabiduría. Y Borges, sólo era un picaflor intelectual. Maravilloso, de brillantes tornasoles; pero sólo se detenía unos instantes en cadacosa.
Tiene por eso algunos poemas curiosos, más por LO que dice que por CÓMO lo dice; por ejemplo, estas dos sobre algo tan prosaico (¡y tan "poetizado"!, ¡y tan cantado!) como el vino:

AL VINO
En el bronce de Homero resplandece tu nombre,
negro vino que alegras el corazón del hombre.
Siglos de siglos hace que vas de mano en mano
desde el ritón del griego al cuerno del germano.

En la aurora ya estabas. A las generaciones
les diste en el camino tu fuego y tus leones.
Junto a aquel otro río de noches y de días
corre el tuyo que aclaman amigos y alegrías.


Vino que como un Éufrates patriarcal y profundo
vas fluyendo a lo largo de la historia del mundo.
En tu cristal que vive nuestros ojos han visto
una roja metáfora de la sangre de Cristo.

En las arrebatadas estrofas del sufí
eres la cimitarra, la rosa y el rubí.
Que otros en tu Leteo beban un triste olvido;
yo busco en ti las fiestas del fervor compartido.

Sésamo con el cual antiguas noches abro
y en la dura tiniebla, dádiva y candelabro.
Vino del mutuo amor o la roja pelea,
alguna vez te llamaré. Que así sea.


Y este otro:

SONETO DEL VINO
¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?

Con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.


En la noche del júbilo o en la jornada adversa
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto

Otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.