10 agosto 2005

No me gusta la poesía contemporánea; no encontré hasta ahora nada ni nadie que valiera la pena.
Debe ser por el abuso del verso libre (aunque no estoy en contra del verso libre, hay autores maravillosos que lo usan) o esa manía de romper con todas las reglas de la gramática.
Es que hay maneras y maneras de romper con la gramática. Los grandes poetas usualmente las rompen; pero lo hacen por, digamos, "superación": se sitúan por encima de ellas. Claro, esto sólo puede hacerlo quien maneja las reglas con tanta maestría que puede encontrar en ellas espacios por donde "colar irregularidades" que el mismo sistema permite (aunque sea por omisión, es decir, por no haber previsto estas situaciones).
Pero la poesía contemporánea parece querer saltearse el primer paso, la asunción de las reglas de la gramática, para pasar directamente al segundo, el romperlas. Entonces no será una superación de ellas, simplemente se las ignora.
Esto trae una consecuencia: "superar" la gramática sólo pueden hacerlo unos pocos, los que la manejan con absoluta maestría; ignorarla lo puede hacer cualquier imbécil. Y esos imbéciles son los que cunden en el ambiente poético de hoy día (en especial en la Argentina, donde somos tan afectos a esos seres).
Se suma a ello una serie de tópicos comunes, remanidos y "culturalmente correctos", como por ejemplo, la poesía étnica, la erótica, etcétera, etcétera.
Y con esta preconcepción de la cosa encaré otro nuevo libro que me regalaron (tuvo recientemente un comentario en este suplemento de cultura). Y encontré esta poesía que, la verdad, me gustó. Tiene clima a novela de aventura, de Salgari, Kipling o Rider Haggard.
Es de un poeta boliviano, Jorge Campero, del libro "Jaguar Azul".


La Presa
Tu olor trae el viento de la lluvia
Entre los ambaibos y siquiles
Tu huella de agua en el barro
Retrata una luna partida
A un día de camino
Sobre los guayaberos
Chillan esas aves verde jade
Otro atardecer por el ojo de agua
Llameará en el ojo del tigre
Dos animales con sed
Viajan al deseo del sol de la noche
Cae una hoja
Una garra