05 diciembre 2005

Cartografía y poesía

Un tema con el cual alguna vez he especulado (conversación de fin de semana, de tardes ociosas) es la poesía descriptiva, paisajística y su condición de “espejo moral”.
No es fácil de explicar pero la idea es la siguiente: las mas maravillosas descripciones poéticas de paisaje y lugares, extraen eso maravilloso e inigualable del lugar descripto. Lo que lo hace diferente es que, en realidad, el poeta no está “dibujando” un paisaje sino su propia alma.
Discusión ociosa. Pero que, bien mirada, puede tener alguna repercusiones interesante; en especial en lo que a este blog se refiere.

Es que Cuaderna está creado sobre la base de una intuición fundamental (¿ya lo he dicho?): que la mejor manera de describir y entender al mundo es en modus poético. Esto es, la poesía es la única (¿exagero?) manera para hablar del mundo en toda su dimensión y profundidad.

El modo de acercarse más “cerca” a la Verdad es a través de la poesía.

Por eso este blog. Este blog parte, si se quiere, de un dogma que considero incontrovertible: existe en la poesía, en la labor de los poetas, una explicación para todo.
Desde la poesía es posible iluminar todas cuestión, toda discusión, todo problema, toda explicación.

¿Por qué?. Bueno, esto merecería una larga explicación que, quizás, intente en otra oportunidad.

Pero volvamos al principio: toda descripción poética es, en última instancia, un relato sobre un estado del alma.
Tomemos, por ejemplo, ésta de Leopoldo Lugones.

Salmo pluvial
Tormenta:
Érase una caverna de agua sombría el cielo;
El trueno, a la distancia, rodaba su peñón;
Y una remota brisa de conturbado vuelo,
Se acidulaba en tenue frescura de limón.

Como caliente polen exhaló el campo seco
Un relente de trébol lo que empezó a llover.
Bajo la lenta sombra, colgada en denso fleco,
Se vio el cardal con vívidos azules florecer.

Una fulmínea verga rompió el aire al soslayo;
Sobre la tierra atónita cruzó un pavor mortal,
y el firmamento entero se derrumbó en un rayo,
Como un inmenso techo de hierro y de cristal.

Lluvia:
Y un mimbreral vibrante fue el chubasco resuelto
Que plantaba sus líquidas varillas al trasluz,
O en pajonales de agua se espesaba revuelto,
Descerrajando al paso su pródigo arcabuz.
Saltó la alegre lluvia por taludes y cauces;
Descolgó del tejado sonoro caracol;
y luego, allá a lo lejos, se desnudó en los sauces.
Transparente y dorada bajo un rayo de sol.

Calma:
Delicias de los árboles que abrevó el aguacero.
Delicia de los gárrulos raudales en desliz.
Cristalina delicia del trino del jilguero.
Delicia serenísima de la tarde feliz.

Plenitud:
El cerro azul estaba fragante de romero,
y en los profundos campos silbaba la perdiz.
Esta poesía tiene un tono, un ritmo. Uno se contrae en la primera parte, se deshace en la segunda, se apacigua en la tercera y disfruta de la última.

Elegí esta poesía porque es especialmente vívida. El que haya conocido una serranía en la sierra cordobesa o catamarqueña sabe que la descripción es casi perfecta, que todos los sentidos están evocados en esta poesía. Se escucha, se palpa, se gusta y se oye tal como aquí se dice.

Pero pongamos por supuesto que no se está hablando de una tormenta, que esta poesía no es un relato de un período determinado de tiempo y lugar.

Pongamos por caso, para usar un ejemplo más bien simple, que está hablando de una duda.

Me asalta una duda sobre un tema; cualquier duda, cualquier tema. Tormenta.

Esa duda es importante para mi vida. Se derrama sobre todos mis presupuestos y creencias. Lluvia.

Y así sucesivamente.

Ahora, si esta es una lectura posible (¿lo es?).
¿Qué significa el trueno? ¿Qué significa la brisa con frescura de limón?.

En síntesis, ¿qué significan cada uno de los objetos que se mencionan?.

Yo encontré (inventé mas bien: encontrar es demasiado pretencioso) estas respuestas.

Hagan el intento. Vale la pena.