08 marzo 2006

Tigres y Cuaresma

Ternura de tigre
La lengua sobre todo, afectuosa,
áspera y cortesana en el saludo.

Las zarpas de abrazar, con qué cuidado,
o de impetrar afecto, o daño, a quien lo doma.

La caricia con uñas, el pecho boca arriba
para mostrar el corazón cautivo.

La piel toda entregada, la voz ronca
retozando en su jaula de colmillos,
y los ojos enormes, de algas, sonriendo
a la muerte inmediata
a que fue sentenciado.
Carlos Barral

Esta es la ternura del Cristo crucificado, del Cristo en la Cruz.
Es ternura, sí. Es amor infinito por los hombres, sí.
Pero es un amor implacable. No admite entregas a medias, sacrificios a medias, adhesiones a medias.
Por eso creo que la elección de C.S. Lewis de un león como alegoría del Cristo es especialmente acertada.
El león. Un gato y, como tal, dado a las caricias y remilgos.
Pero un gato imponente. Peligroso.

Esta es, quizás, una de las lecturas posibles de este tiempo de cuaresma. Estamos en las puertas de la entrega amorosa y gratuita mas absoluta y desinteresada que ha existido.
Pero tenemos estar preparados para recibirla. No la recibe cualquiera. No se recibe sin sacrificio.
Es la ternura del tigre. Capaz de impetrar afecto... o daño.