¿Qué es Cuaderna?
Cuaderna, lo habrán notado, es siempre una conjunción de poesía y algo mas. Un tema, un acontecimiento, una observación. Poesía y realidad.
Esto no es caprichoso.
Es que Cuaderna parte desde una constatación incontrovertible. Un dogma.
Y, como todo dogma, no admite discusión.
Pero el problema es que en este caso, quien declara el dogma (es decir, yo) está lejos, muy lejos, de la infalibilidad.
En consecuencia, la heterodoxia, la no aceptación de este dogma es perfectamente admisible... aunque tenga un precio. Un castigo si se quiere.
La pena para el hereje, consiste en esto: negado el dogma, Cuaderna le sonará irremisiblemente falsa; y además...
Pero ¿qué es este dogma?; ¿En qué consiste?.
Creo que alguna vez ya adelanté algo, pero ahora quiero detenerme en ésto.
Parto, como dije, de una afirmación incontrovertible: de que la poesía (la buena poesía) es el modo mas perfecto para hablar de la esencia de las cosas, divinas y humanas.
El “decir poético” es el instrumento que mejor se ajusta a la naturaleza de las cosas; es la manera mas adecuada para hablar de ellas.
Pienso que esto es así sobre la base de dos premisas.
La primera es una constatación lingüística. La palabra, en cuanto escrita o hablada es incapaz de develar todo el ser de la cosa a la que hace referencia (esto también lo dije antes: como la palabra es signo, es un reflejo parcial de la cosa dado que si fuera un reflejo “total” sería la cosa misma).
Como consecuencia de lo dicho, si la palabra no se identifica perfectamente con la cosa nombrada , todo aquello que evoque la cosa pero no la nombre será un mejor modo de hablar de ella.
La segunda es de teoría literaria, poética. Es de la esencia de la poesía no hacer referencia directa de las cosas sino mostrarlas bajo una luz nueva, insinuarlas.
De aquí extrae la poesía su belleza (y su verdad ya que Verdad y Belleza son convertibles); de esta mirada siempre nueva y sorprendente que arroja sobre los objetos cotidianos.
En conclusión, el “decir poético”, al no nombrar las cosas directamente, no las limita ni coarta como lo hace la palabra, sino que las trae a la inteligencia en toda su plenitud.
La poesía es, si se quiere, la manera de hablar sobre lo que no es posible hablar. Es un traer a la palabra la riqueza infinita del ser, aquella “parte” del ente que no puede ser abarcada por el nombre de la cosa.
Esto es Cuaderna. Mi mas firme convicción de que, cuando escribo sobre algún tema, la poesía que agrego “habla” mas profundamente de él.
Dice mas que lo que yo pueda decir.
Por eso, quien no comparta este presupuesto verá la unión de mis comentarios con una poesía como un simple juego (en el mejor de los casos) o como una unión forzada y artificial de elementos heterogéneos.
Esto no es caprichoso.
Es que Cuaderna parte desde una constatación incontrovertible. Un dogma.
Y, como todo dogma, no admite discusión.
Pero el problema es que en este caso, quien declara el dogma (es decir, yo) está lejos, muy lejos, de la infalibilidad.
En consecuencia, la heterodoxia, la no aceptación de este dogma es perfectamente admisible... aunque tenga un precio. Un castigo si se quiere.
La pena para el hereje, consiste en esto: negado el dogma, Cuaderna le sonará irremisiblemente falsa; y además...
Pero ¿qué es este dogma?; ¿En qué consiste?.
Creo que alguna vez ya adelanté algo, pero ahora quiero detenerme en ésto.
Parto, como dije, de una afirmación incontrovertible: de que la poesía (la buena poesía) es el modo mas perfecto para hablar de la esencia de las cosas, divinas y humanas.
El “decir poético” es el instrumento que mejor se ajusta a la naturaleza de las cosas; es la manera mas adecuada para hablar de ellas.
Pienso que esto es así sobre la base de dos premisas.
La primera es una constatación lingüística. La palabra, en cuanto escrita o hablada es incapaz de develar todo el ser de la cosa a la que hace referencia (esto también lo dije antes: como la palabra es signo, es un reflejo parcial de la cosa dado que si fuera un reflejo “total” sería la cosa misma).
Como consecuencia de lo dicho, si la palabra no se identifica perfectamente con la cosa nombrada , todo aquello que evoque la cosa pero no la nombre será un mejor modo de hablar de ella.
La segunda es de teoría literaria, poética. Es de la esencia de la poesía no hacer referencia directa de las cosas sino mostrarlas bajo una luz nueva, insinuarlas.
De aquí extrae la poesía su belleza (y su verdad ya que Verdad y Belleza son convertibles); de esta mirada siempre nueva y sorprendente que arroja sobre los objetos cotidianos.
En conclusión, el “decir poético”, al no nombrar las cosas directamente, no las limita ni coarta como lo hace la palabra, sino que las trae a la inteligencia en toda su plenitud.
La poesía es, si se quiere, la manera de hablar sobre lo que no es posible hablar. Es un traer a la palabra la riqueza infinita del ser, aquella “parte” del ente que no puede ser abarcada por el nombre de la cosa.
Esto es Cuaderna. Mi mas firme convicción de que, cuando escribo sobre algún tema, la poesía que agrego “habla” mas profundamente de él.
Dice mas que lo que yo pueda decir.
Por eso, quien no comparta este presupuesto verá la unión de mis comentarios con una poesía como un simple juego (en el mejor de los casos) o como una unión forzada y artificial de elementos heterogéneos.