21 septiembre 2005

Solipsismo

Revisando el blog para hacer estos cambios que ven, me di cuenta de otra cosa. Casi imperceptiblemente, poco a poco, fui centrando los temas nada mas que en la poesía, y en hablar de poetas, y en poetas que poestizan sobre poesía. Parezco la televisión, que sólo habla de sí y se retroalimenta a sí misma de "nuevos" temas de los que hablar.
Si alguien se toma el trabajo de ir a las primeras entradas verá que al principio no era así: este blog empezó con otro fin, para traer poesía que -a su vez- me traía recuerdos de cosas y situaciones vividas. Es decir, de realidades.
Esto me preocupa. Quizás, sutilmente, fui tomando el medio como fin, el instrumento como objeto (creo no es ajeno a este virar el saberme leído por otros).
Este síntoma es, en la historia literaria, la marca de la muerte de los "movimientos": cuando empiezan a preocuparse más por la forma que por el fondo, por el cómo lo dicen que por el qué dicen.
Y me está pasando lo mismo. Antes hablaba de las cosas, ahora sólo de autores; antes traía poetas que hablaban del mundo, ahora poetas que hablan de poesía.
Pienso revertir esto... pero -como el que está profundamente enviciado- permitanme el último trago, la última pitada. Algo de Hölderlin:
A LAS PARCAS
Dadme un estío más, oh poderosas,
y un otoño, que avive mis canciones,
y así, mi corazón, del dulce juego
saciado, morirá gustosamente.

El alma, que en el mundo vuestra ley
divina no gozó, pene en el Orco;
mas si la gracia que ambiciono logra
mi corazón, si vives, poesía,

¡sé bien venido, mundo de las sombras!
Feliz estoy, así no me acompañen
los sones de mi lira, pues por fin
como los dioses vivo, y más no anhelo.


Versión de Otto de Greiff
Hölderlin no se ha escogido porque su obra, como una entre otras, realice la esencia general de la poesía, sino únicamente porque está cargada con la determinación poética de poetizar la propia esencia de la poesía. Hölderlin es para nosotros en sentido extraordinario el poeta del poeta. Por eso está en el punto decisivo.
Sólo que poetizar sobre el poeta ¿no es la señal de un narcisismo extraviado y a la vez la confesión de una carencia de plenitud del mundo? ¿Poetizar sobre el poeta no es un exceso desconcertante, algo tardío, un final?
La respuesta es la siguiente: es indudable que el camino por el que logramos la respuesta es una salida.
Esto lo dice Heidegger, no yo. Espero estar empezando a salir.