29 junio 2006

Artifex vitae, artifex sui

De un guerrero uno espera que luche, y no se extraña si en esa lucha se extingue; de un poeta uno espera que cante, y tampoco se extraña si esto lo consume.
Pero cuando alguien es las dos cosas, cuando alguien es poeta y es guerrero, lo que se espera de él, quizás, no sea lo que ocurre. Y no es porque estas personas, con esta combinación de cualidades, sea distinta a todas las personas. El guerrero-poeta es, ay, también mortal.
Aunque desde la distancia en que uno lo mira, cree en su figura mítica e intemporal.

Pero, el otro día, se me ha muerto un poeta-guerrero.
Se me ha muerto un mito.

Tenía con él la mejor relación que se puede tener con lo mítico: lo conocía poco, apenas.
Esta distancia me era grata. Podía mirarlo en toda su dimensión, su altura.

Compartimos sólo un par de noches (me brindó alguna de sus noches). Los dos solos, mano a mano. Vino, frío, conversación. Algunos temas en común: la historia familiar, la literatura.
Nada más y todo eso.

Ahí entreví al hombre (en algún recuerdo, en alguna anécdota). Y, a mi ojos, no empequeñeció nada; al contrario.

Durante toda su vida, la Vida se le había puesto enfrente. Y, desafiante, la emprendió de un golpe. Nada lo arredró.
Me dejó la impresión de que ese hombre podía sopesar su historia por minuto. No tuvo tiempos muertos, cada instante valía lo suyo.

Hoy, pocos pueden jactarse de lo mismo. Quizás ninguno.

Habrá gente que lo conozca, y sabrá si estoy en lo cierto o exagero. Habrá quien escriba de él páginas reales, que lo pinten y lo traigan de vuelta.
Yo poco puedo decir; nada más que estas pobres impresiones de una visita rápida y algunas cosas, palabras e historias recogidas.

No sé qué habrá sido de su vida, no sé de sus errores, no sé de sus virtudes. Esto no es un juicio moral (¿quién se atrevería a hacerlo?) es, simplemente, una constatación: este hombre vivió como quería vivir.
Y eso es mucho; quizás Todo.

Quizás sea uno de los pocos que haya podido cantar, en el umbral, esto:
En paz
...................................Artifex vitae, artifex sui
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje la miel o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tú sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

Amado Nervo

15 junio 2006

de noche

Anoche me desvelé. Culpa de tantas preocupaciones acumuladas. No es que sean importantes; todo lo contrario, son nimiedades (y quizás por eso me desvelan: las cosas importantes nos sepultan en el sueño del agotamiento).
Un rato, nada más. Di una vuelta por mi casa (¡tengo que hablar de mi casa!).
Se oían, del otro lado del paredón, dos voces. Y un entrechocar de vidrios: vasos, botellas.
Dos amigos, dos hermanos ¿quién sabe?. Voces cansinas, palabras sopesadas, seleccionadas con unción. Como si el silencio fuera la conversación y esas palabras, las pausas.
Cantó un pájaro (¿anida en mi olivo?). Dos piares, largos. Como para hacer constar su presencia.
Y me fui a dormir, ya tranquilo.
Nada como el silencio. En especial si se rompe con mesura y en la medida justa.
Dos voces íntimas y un pájaro. Nada más.
La medianoche
Fina, la medianoche.
Oigo los nudos del rosal:
la savia empuja subiendo a la rosa.

Oigo
las rayas quemadas del tigre
real: no le dejan dormir.

Oigo
la estrofa de uno,
y le crece en la noche
como la duna.

Oigo
a mi madre dormida
con dos alientos.
(Duermo yo en ella,
de cinco años.)

Oigo el Ródano
que baja y que me lleva como un padre
ciego de espuma ciega.

Y después nada oigo
sino que voy cayendo
en los muros de Arlès
llenos de sol...

Gabriela Mistral

07 junio 2006

Tragedia

Se va Lo trágico...
Trágico.
En serio, trágico.
Es un blog que me gusta mucho, que sigo asiduamente (todavía me resisto a tiempo verbales pretéritos).
Es más, podría decirse que Lo trágico es una parte constitutiva de este blog.
Pensándolo bien, Cuaderna nació queriendo ser (quiere ser) un "rompecabezas" de los blogs que conocía.
Además de las virtudes de Lo trágico, quería tener:
la agudeza de Ens;
la versatilidad de XavMP;
la sapiencia de Esperando nacer;
la entrañable sensibilidad de finitud;
la sensatez de Aquí estamos;
el equilibrio de Desde mi roble;
la facundia de Zona de insomnio;
la frescura de Yo vine para preguntar.

¿Ambicioso?. Sí, por supuesto. Era la idea.