03 mayo 2006

La lengua; Ella.

Siempre me gustó la rotundidad de Barcia para decir las cosas: “la lengua es una mujer golpeada por la mayoría de sus hablantes”. Toda una imagen. Certera.
Y no es que vaya a hablar de lo mal que hablamos. Ni que quiera decir que se ha perdido a fuerza de golpes, informática y cine yanqui, el bien decir y, por eso, no nos queda qué decir, ni cómo decirlo.
Me gusta la frase especialmente por eso de la lengua como mujer. Por la semántica que implica el decir "mujer". Porque es (casi) la misma que la de "lengua".
Voluble e imprevisible, recóndita y púdica, persuasiva e incitante.
Sí. La lengua es una mujer. Y no sólo por caprichos de la sintaxis, del artículo que la precede. Comparten una misma condición.
Por eso, disiento; no creo que pueda tratársela, como en este soneto, masculinamente (aunque me gusta el soneto).
Idioma castellano
Verbo macizo y señorial, lenguaje
de recia y transparente arquitectura.
Voz extrañada de la tierra pura,
la tierra paridora del linaje.

Horadas las centurias de su mensaje
urdido de vigor y de finura,
de grande consistencia en su textura:
oro, marfil, piedra preciosa, encaje.

La rancidez de tu riqueza brilla
en los viejos infolios de Castilla,
que prestigiase el imperial siglo.

Suma de eternidades, tus legados
ofrecen, por las gracias enhebrados,
los más nobles decires en su estilo.

Evaristo Ribera Chevremont