Magnífica poesía rusa, tiene esa crudeza, esa rotundidad que la hace tan odiosa o tan amable (sin medias tintas). Aquí va algo de Aleksandr Pushkin que encontré.
El profeta
De sed espiritual atormentado
me arrastraba por sombríos desiertos
cuando en la encrucijada apareció ante mí
un serafín de seis alas.
Con sus dedos livianos como el sueño
tocó mis ojos y mis ojos se abrieron,
clarividentes, como los de un águila asustada.
Tocó entonces mis oídos
y los llenó de ruidos y repiques:
y escuché el estremecimiento de los cielos,
y el vuelo de los ángeles en lo alto,
y el movimiento de las bestias del mar bajo las aguas,
y el sonido de la viña creciendo en la llanura;
y se inclinó sobre mi boca
y arrancó mi lengua pecadora, engañosa y trivial;
y con su diestra ensangrentada
encajó en mi entumecida boca
la horquilla de la astuta serpiente;
y rajó mi pecho con su espada
y ensartó mi palpitante corazón;
y en el hondo hueco de mi pecho
clavó un ardiente carbón.
Como un cadáver yacía en el desierto
cuando la voz de Dios me llamó:
"Levántate, profeta, mira y escucha,
llénate con Mi voluntad,
recorre las tierras y los mares,
y quema los corazones con tu palabra".
(1826)
El profeta
De sed espiritual atormentado
me arrastraba por sombríos desiertos
cuando en la encrucijada apareció ante mí
un serafín de seis alas.
Con sus dedos livianos como el sueño
tocó mis ojos y mis ojos se abrieron,
clarividentes, como los de un águila asustada.
Tocó entonces mis oídos
y los llenó de ruidos y repiques:
y escuché el estremecimiento de los cielos,
y el vuelo de los ángeles en lo alto,
y el movimiento de las bestias del mar bajo las aguas,
y el sonido de la viña creciendo en la llanura;
y se inclinó sobre mi boca
y arrancó mi lengua pecadora, engañosa y trivial;
y con su diestra ensangrentada
encajó en mi entumecida boca
la horquilla de la astuta serpiente;
y rajó mi pecho con su espada
y ensartó mi palpitante corazón;
y en el hondo hueco de mi pecho
clavó un ardiente carbón.
Como un cadáver yacía en el desierto
cuando la voz de Dios me llamó:
"Levántate, profeta, mira y escucha,
llénate con Mi voluntad,
recorre las tierras y los mares,
y quema los corazones con tu palabra".
(1826)