14 febrero 2005

Es el problema de ser enteramente insociable. Me dejo ahogar por la sola perspectiva de ser anfitrión.
Alguna vez alguien me dijo que se notaba que yo venía de familia de criollos: tengo (dijo) esa taciturnidad del pampeano, silenciosa, contemplativa. Pero ellos eran "gente de mano caliente por eso de la amistad", siempre dispuesta a la hospitalidad. Y esa virtud (¡tan útil, tan necesaria!) me falta. Lo peor es que esto lo veo en mis hijos y sufro anticipadamente por ellos.
¿catársis? No, hoy no es día.