28 septiembre 2005

Como pájaros


Claro que hablar de poetas no tiene gracia. Pero hay una constatación indiscutible: de nada han hablado mejor los poetas que de ellos mismos.
Y que no se entienda mal, no es espíritu de cuerpo. Lo que ocurre es que se perciben como distintos, como fuera de lugar... y en general es cierto.
Y esto no quiere decir que haya que poner “cara de poeta”, o vestirse como un poeta, o despreciar la mundanidad porque se es poeta.
Pero hay como un tono distinto en el poeta. Ve las cosas, disfruta de las cosas igual que los demás. Es perfectamente compatible el ser poeta con un trabajo común y corriente, con salir con amigos, con jugar al fútbol, con pasarla bien en familia, con hablar en el café de política electoral o de las desgracias argentinas.
Pero hay un tono distinto.
De vez en cuando, en el medio de esa conversación, de ese horario de oficina, algo queda fuera de lugar. No es algo objetivo, externo. Es, más bien, un hilo del alma que se tensa demasiado; no se llega a romper, pero se tensa demasiado.
Por eso desprecio a los poetas con cara de poetas, que alardean su don como si fuera un trofeo, un signo de superioridad. Por eso también creo ver poetas en todos lados, escondidos, disimulados más bien. Con cara de oficinistas, con cara de burócratas, con cara de estudiantes. Esos que (imagino, presumo) cuando nadie los ve, garabatean libretitas mugrientas, minúsculas, que llevan escondidas en un bolsillo, en un maletín. Esos que (imagino, auguro) quizás nunca en su vida logren ver a sus creaciones a la luz del día, es decir, en papel impreso con tapa a todo color y todoslosderechosreservados.
Quizas Ud. conozca alguno. O mejor, no lo conozca en cuanto poeta, sino en cuanto “conocido” (ser amigo es más difícil) o compañero de oficina, o ex compañero del secundario, o...
Esos son los mejores. Sin duda.
Son como pájaros. Saben volar (muy alto, tan alto que no se los ve); pero les cuesta caminar.
Esto es, más o menos, lo que se dice acá:

EL ALBATROS
Por divertirse a veces suelen los marineros
cazar a los albatros, aves de envergadura,
que siguen, en su rumbo indolentes viajeros,
al barco que se mece sobre la amarga hondura.

Apenas son echados en la cubierta ardiente,
esos reyes del cielo, torpes y avergonzados,
sus grandes alas blancas abaten tristemente
como remos que arrastran a sus cuerpos pegados.

¡Este viajero alado, oh qué inseguro y chico!
¡Hace poco tan bello, qué débil y grotesco!
¡Uno con una pipa le ha chamuscado el pico,
imita otro su vuelo con renqueo burlesco!

El Poeta es semejante al príncipe del cielo
que puede huir las flechas y el rayo frecuentar;
entre mofas y risas exiliado en el suelo,
sus alas de gigante le impiden caminar.


Charles Baudelaire. Las Flores del mal

Versión de Ignacio Caparrós
(Ed. Alhulia. Colección "Crisálida", nº 20. Granada, 2001)

27 septiembre 2005

Nuevos y nuevas.

Saludos a Cuadernos de recienbienvenido (si ésta maldita página me lo permite, lo agregaré a los links). Es cierto, compartimos varios gustos e inquietudes.

Acabo de crear, también, un blog "subsidiario", en el que comentaré mis lecturas: Philosbiblos

26 septiembre 2005

A un mueble

Vuelvo a un libro de poesías del que ya he hablado. Cada vez que lo retomo me sorprende con alguna cosa nueva. No es que sus rimas sean grandiosas. Todo lo contrarios, es una colección de poemas simples, de versos simples y temas simples. Y precisamente ése es su encanto.
Entre ellos, tiene un poema sorprendente. Por el tema y, por sobre todas las cosas, por cómo lo trata. Está dedicado a la cama matrimonial. Y en ella a un matrimonio que tiene mucho recorrido y mucho por recorrer.
Cama matrimonial
Dijeron que debo reemplazarte,
nave insignia.
Pero ¿cómo?
Si en ti yo me hice al mar
con el amado
y bogó la familia.
En ti, cada domingo
retozaban los hijos,
en pañal o en pijama
–somnolientos o locos
saltimbanquis a bordo
de nuestros cuerpos–.
Meciste nuestra entrega
y nos acogiste
cansados de músicas
y bailes.
Callaste con los rezos
unívocos.
Crujiste con el sobresalto
la noche del anuncio,
tan terrible.

No puedo abandonarte.

Con cuñas y tarugos,
reforzaré las patas
y el respaldo.
No sé cuál de las dos
abrazará de la otra
los despojos.

Nave insignia,
sigamos navegando.
Aún no es el tiempo.

22 septiembre 2005

De otro lado


También tuve una época pagana (prefiero llamarla adolescencia... aunque, si bien se mira, la adolescencia es precisamente eso: un paganismo alegremente irresponsable).
También de ella guardo algunos recuerdos que tengo la intención de ir rescatando (de a poco, de a uno).
También en esa época se me daba por leer y escribir poesía (de ahí viene mi gusto por Baudelaire... ¿y por Girondo?).
Pero un recuerdo que tengo fijo es una sección, en alguno de esos programas de televisión, que se llamaba "Poesía en el rock". El tipo (no recuerdo quien era) se dedicaba a rescatar canciones que tuvieran una letra "poética" (es interesante, entonces, analizar la proposición inverso: es decir, había canciones que no lo eran. ¿Y entonces qué eran). Había muchas pavadas (recuerdo muchas pavadas).
Pero de allí rescato (rescaté en su momento) dos grupo que me siguen gustando. Uno es conocido: Pink Floyd; el otro menos, aunque me gusta más todavía (los de mi generación quízás lo recuerden): Marillion. Tenía una letras simples aunque extrañas, entre lo mágico y lo irracional (sensación que se acentuaba por la voz particular del cantante).
Además, las tapas de sus discos (discos, no CD) eran maravillosas. Encontré un par. Las pego; y también copio una letra (que también encontré en internet: es increíble las cosas que subsisten en la red).
Lavender
I was walking in the park
dreaming of a spark
When I heard the sprinklers, whisper,
Shimmer,
in the haze of summer lawns.

Then I heard the children singing;
They were running through the rainbows.
They were singing a song for you,
well, it seemed to be a song for you:
The one I wanted to write for you,
for you

Lavenders blue, lavenders green
When I am King,you will be Queen
A penny for your thoughts my dear
A penny for your thoughts my dear
I.O.U. for your love, I.O.U. for your love

21 septiembre 2005

Solipsismo

Revisando el blog para hacer estos cambios que ven, me di cuenta de otra cosa. Casi imperceptiblemente, poco a poco, fui centrando los temas nada mas que en la poesía, y en hablar de poetas, y en poetas que poestizan sobre poesía. Parezco la televisión, que sólo habla de sí y se retroalimenta a sí misma de "nuevos" temas de los que hablar.
Si alguien se toma el trabajo de ir a las primeras entradas verá que al principio no era así: este blog empezó con otro fin, para traer poesía que -a su vez- me traía recuerdos de cosas y situaciones vividas. Es decir, de realidades.
Esto me preocupa. Quizás, sutilmente, fui tomando el medio como fin, el instrumento como objeto (creo no es ajeno a este virar el saberme leído por otros).
Este síntoma es, en la historia literaria, la marca de la muerte de los "movimientos": cuando empiezan a preocuparse más por la forma que por el fondo, por el cómo lo dicen que por el qué dicen.
Y me está pasando lo mismo. Antes hablaba de las cosas, ahora sólo de autores; antes traía poetas que hablaban del mundo, ahora poetas que hablan de poesía.
Pienso revertir esto... pero -como el que está profundamente enviciado- permitanme el último trago, la última pitada. Algo de Hölderlin:
A LAS PARCAS
Dadme un estío más, oh poderosas,
y un otoño, que avive mis canciones,
y así, mi corazón, del dulce juego
saciado, morirá gustosamente.

El alma, que en el mundo vuestra ley
divina no gozó, pene en el Orco;
mas si la gracia que ambiciono logra
mi corazón, si vives, poesía,

¡sé bien venido, mundo de las sombras!
Feliz estoy, así no me acompañen
los sones de mi lira, pues por fin
como los dioses vivo, y más no anhelo.


Versión de Otto de Greiff
Hölderlin no se ha escogido porque su obra, como una entre otras, realice la esencia general de la poesía, sino únicamente porque está cargada con la determinación poética de poetizar la propia esencia de la poesía. Hölderlin es para nosotros en sentido extraordinario el poeta del poeta. Por eso está en el punto decisivo.
Sólo que poetizar sobre el poeta ¿no es la señal de un narcisismo extraviado y a la vez la confesión de una carencia de plenitud del mundo? ¿Poetizar sobre el poeta no es un exceso desconcertante, algo tardío, un final?
La respuesta es la siguiente: es indudable que el camino por el que logramos la respuesta es una salida.
Esto lo dice Heidegger, no yo. Espero estar empezando a salir.

20 septiembre 2005

Cambios

Cambié el diseño.
Ahora tengo que ver cómo se agranda el título y cómo se agregan links a otras páginas.

19 septiembre 2005

Un aporte más

Sé que la cuestión está en el tapete; que hasta La Nación (La Masón, según dice un amigo) se dignó a publicar algo sobre nuestro entrañable GKCh. Uniéndome a esto (porque es importante, porque tiene que trascender), copio a continuación dos de sus, creo, mejores poemas.
El primero es el que cifra su conversión al catolicismo y el otro... bueno, léanlo.

THE CONVERT
After one moment when I bowed my head
And the whole world turned over and came upright,
And I came out where the old road shone white,
I walked the ways and heard what all men said,
Forests of tongues, like autumn leaves unshed,
Being not unlovable but strange and light;
Old riddles and new creeds, not in despite
But softly, as men smile about the dead.

The sages have a hundred maps to give
That trace their crawling cosmos like a tree,
They rattle reason out through many a sieve
That stores the sand and lets the gold go free:
And all these things are less than dust to me
Because my name is Lazarus and I live.



Wine and Water

Old Noah he had an ostrich farm and fowls on the largest scale,
He ate his egg with a ladle in a egg-cup big as a pail,
And the soup he took was Elephant Soup and fish he took was Whale,
But they all were small to the cellar he took when he set out to sail,
And Noah he often said to his wife when he sat down to dine,
"I don't care where the water goes if it doesn't get into the wine."

The cataract of the cliff of heaven fell blinding off the brink
As if it would wash the stars away as suds go down a sink,
The seven heavens came roaring down for the throats of hell to drink,
And Noah he cocked his eye and said, "It looks like rain, I think,
The water has drowned the Matterhorn as deep as a Mendip mine,
But I don't care where the water goes if it doesn't get into the wine."

But Noah he sinned, and we have sinned; on tipsy feet we trod,
Till a great big black teetotaller was sent to us for a rod,
And you can't get wine at a P.S.A., or chapel, or Eisteddfod,
For the Curse of Water has come again because of the wrath of God,
And water is on the Bishop's board and the Higher Thinker's shrine,
But I don't care where the water goes if it doesn't get into the wine.

16 septiembre 2005

O a una nariz

A un hombre de gran nariz

Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.

Francisco de Quevedo

15 septiembre 2005

¿Cualquiera puede ser poeta?

No creo, cualquiera no. Quizás, es cierto, es más fácil la poesía que otras "habilidades" literarias (la perfección del cuento, la constancia de la novela). Creo que todos o casi todos los escritores, conocidos o no, empezaron escribiendo poesías.
Pero el problema son las imágenes, claro. No la rima o el tono; el "ritmo" poético se aprende. Quizás no se llegue nunca a manejarlo con soltura, pero se aprende.
Pero el problema sigue siendo las ímágenes, las metáforas; esa palabra precisa (por lo imprecisa, por lo multifacética) que va allí, sólo allí, en la última estrofa o en la primera o en la tercera. Que (lo sé cuando la encuentro) hará sonreir al lector, porque sabe que ése es el lugar exacto para esa palabra.
Sí; la rima se aprende. El problema son las imágenes... y las malditas palabras que se niegan a atraparlas, o mejor dicho, a atraparlas del todo.
¿Y el tema?. ¡El tema es lo de menos!. Cualquier cosa puede ser motivo poético, vean:

SONETO DE REPENTE
De "La niña de Plata"

Un soneto me manda hacer Violante;
en mi vida me he visto en tal aprieto,
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y aun parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que estoy los trece versos acabando:
contad si son catorce, y está hecho.


Lope de Vega


Claro que hay que ser Lope para que Ningún Tema se convierta en un tema para un soneto. Y ahí está la cuestión, no es nada fácil ser él. Hay que saber encontrar las imágenes...

14 septiembre 2005

Hierro III

También esta poesía de Hierro, vale lo suyo.
Tiene dos temas fuertes.
Primero, sobre la misión del poeta, un alegato en pro de la perfecta conciencia de que toda "su obra" no es, en realidad, suya, sino sólo sumisión a las cosas de las que él es un simple mensajero, alguien que está obligado a explicitarlas, a ponerlas a contraluz.
El segundo es el sino del poeta como creador a partir de un cierto material que es caótico, y la limitación de su podería sobre él. Gobierno político, no despótico.
La misión de todo hombre, en su dimensión divina. Pero en el poeta es especialmente acuciante e innegable (tanto que ni Hierro -ni tantos otros- pueden negarlo): esa cierta participación en la capacidad creadora de Dios.
Porque de eso se trata: cuando Dios crea al hombre a su imagen y semejanza le atribuye también una cierta potencialidad creadora. Por supuesto que no como facultad de creación ex nihilo, pero una particular capacidad análoga a la "creativa" divina, sólo que con materia prima existente. Creo que Tolkien habla de esto.
PARA UN ESTETA
Tú que hueles la flor de la bella palabra
acaso no comprendas las mías sin aroma.
Tú que buscas el agua transparente
no has de beber mis aguas rojas.

Tú que sigues el vuelo de la belleza, acaso
nunca jamás pensaste cómo la muerte ronda
ni cómo vida y muerte -agua y fuego- hermanadas
van socavando nuestra roca.

Perfección de la vida que nos talla y dispone
para la perfección de la muerte remota.
Y lo demás, palabras, palabras, y palabras,
¡ay, palabras maravillosas!

Tú que bebes el vino en la copa de plata
no sabes el camino de la fuente que brota
en la piedra. No sacias tu sed en agua pura
con tus dos manos como copa.

Lo has olvidado todo porque lo sabes todo.
Te crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras.
Y olvidas las raíces ( «Mi Obra», dices ), olvidas
que vida y muerte son tu obra.

No has venido a la tierra a poner diques y orden
en el maravilloso desorden de las cosas.
Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas
sin alzar vallas a su gloria.

Nada te pertenece. todo es afluente, arroyo.
Sus aguas en tu cauce temporal desembocan.
Y hechosa un solo río os vertéis en el mar
«que es el morir», dicen las coplas.

No has venido a poner orden, dique. Has venido
a hacer moler la muela con tu agua transitoria.
Tu fin no está en ti mismo ( «Mi Obra», dices ),
olvidas que vida y muerte son tu obra.

Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día
por la música de otras olas.


Y. como final. La advertencia de que toda la creación del poeta es efímera. El día de mañana, habrá otra "música de otras olas".

13 septiembre 2005

Hierro II

Un ejemplo de lo que decía sobre José Hierro es esta poesía:
LA SOMBRA
¿Todo en El es presente:
el futuro, el pasado?
Lo que será y ha sido
¿es actual en sus manos?
¿A un tiempo toca
la semilla y el árbol?
¿En el brote ve el tronco
talado y abrasado?
Nos contempla y ¿tan solo
puede llorar, llorarnos?
¿Nos tiene ya en su gloria?
¿Nos tiene condenados?
¿Ve en nuestros pobres huesos
el alba y el ocaso?
¿No puede detenernos
ni puede apresurarnos?
¿Llora por lo que tiene
que pasar (y ha pasado)?
¿Llora por lo que ha sido
(por lo que aún no ha llegado)?
¿Nos arranca del tiempo
para que no suframos
nosotros, sus heridas
criaturas, esclavos
sombríos? ¿Nos ve ciegos
y no puede guiarnos?

Es un maravilloso resumen del problema del libre albedrío y la omnisciencia divina. Las preguntas son ciertas y, sobre todo, certeras; el planteo no es "de desesperanza" o "de incredulidad", es una retahila de los interrogantes que uno se hace ante este gigantezun misterio como este.
Lo primero que desconcierta es el título ¿por qué "la sombra"?, ¿o será la Sombra?. Después, el poema mismo es un crescendo desde las cuestiones más simples ("¿a un tiempo toca la semilla y el árbol?") hasta las más cruciales, las más acuciantes ("¿nos ve ciegos y no puede guiarnos?").
Sí, sí. Ya sé que sí nos guía, que para eso está la Iglesia, que para eso está la Venida, y la Vuelta. Pero esto no quita el problema, a lo sumo lo aplaza. Pero no quita la cruel realidad de que, cuando esa persona concreta, de carne y hueso, con nombre y apellido, cae (y cae, quizás, por causa de una maligna conjunción de malentendidos, verdades a medias, mala intención de terceros) Él no puede guiarnos. Y lo entiendo, si nos guiara anularía la libertad y, con ella, la misma hominidad. Pero la pregunta igual persiste ¿por qué?.
La Sombra (¿o será la sombra?) pone en entredicho esta cuestión. Y la propia poesía contiene la respuesta (por supuesto que no tendrá La Respuesta)
¿O no?.

09 septiembre 2005

Hierro I

El español José Hierro tiene algunas poesías absolutamente inentendibles. Uno las lee y no puede dejar de percibir lo maravilloso de las imágenes, de la cadencia, del clima. Pero no se entiende. O mejor, se entiende desde la perspectiva “racional” del entendimiento (entiendo lo que dice, entiendo cómo lo dice, entiendo lo que quiere decir), pero no se alcanza a comprender en toda su dimensión existencial qué es lo que quiere evocar.
Hasta que un día ocurre algo. Algo concreto, tangible; un suceso, un olor, una imagen, cualquier cosa. Algo que duele, o alegra, o entristece.
Y este hecho hace de disparador, cual si fuera una clave o una pieza faltante: da sentido a todo el conjunto, permite desentrañar el acertijo.
Y entonces, esa (cada una) poesía de Hierro adquiere todo su peso, su valor, su sustancia. Y se hace inolvidable.
Esta es la que me tocó hoy.
ALEGRÍA
Llegué al dolor por la alegría.
Supe por el dolor que el alma existe.
Por el dolor, allá en mi reino triste,
un misterioso sol amanecía.

Era alegría la mañana fría
y el viento loco y cálido que embiste.
(Alma que verdes primaveras viste
maravillosamente se rompía.)

Así la siento más. Al cielo apunto
y me responde cuando le pregunto
con dolor tras dolor para mi herida.

Y mientras se ilumina mi cabeza
ruego por el que he sido en la tristeza
a las divinidades de la vida.

08 septiembre 2005

Natividad

Hoy se conmemora la natividad de la Virgen María. No es una celebración que aquí, en Argentina, tenga demasiada trascendencia. Pero en los ultimos años ha resurgido, supongo que de la mano de la devoción a la Virgen Niña.



Pongo, entonces, dos himnos:

Niña de Dios, por nuestro bien nacida;
tierna, pero, tan fuerte, que la frente,
en soberbia maldad endurecida,
quebrantásteis de la infernal serpiente;
brinco de Dios, de nuestra muerte vida,
pues vos fuisteis el medio conveniente
que redujo a pacífica concordia
de Dios y el hombre la mortal discordia.

Creced, hermosa planta, y dad el fruto
presto en sazón, por quien el alma espera
cambiar en ropa rozagante el luto
que la gran culpa la vistió primera.
De aquel inmenso y general tributo,
la paga conveniente y verdadera
en vos se ha de fraguar: creced, Señora,
que sois universal remediadora.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu, por los siglos de los siglos




Vino a la vida para que la muerte
dejara de vivir en nuestra vida,
y para que lo que antes era vida
fuera más muerte que la misma muerte.

Vino a la vida para que la Vida
Pudiera darnos vida con su muerte,
Y para lo que antes era muerte
Fuera más vida que la misma vida.

Desde entonces la vida es tanta vida
Y la muerte de ayer tan poca muerte,
Que si a la vida le faltara vida

Y a nuestra muerte le sobrara muerte,
Con esta vida nos daría tal vida
Para dar muerte al resto de la muerte.



(Perdonen por mi poca dedicación en las entradas de los últimos días, pero Voluntad se niega a obedecerme: ya pasará)

07 septiembre 2005

A Don Ramón de Almagro

Tipo simpático éste: vean su brevísima biografía.
Y dos rápidos poemas:
1)
... aprende un buen poema
y lo disfrutaras toda tu vida,
enséñaselo a tus hijos
y nunca se sentirán solos,
enséñaselo a tus nietos
y siempre te recordarán...


2)
... y me vuelco a la página en blanco,
a llenar los renglones vacíos...

...a tratar de formar con palabras,
un poema que venza tu hastío...

... el que logre anidar en tu pecho
algo de esto que late en el mío...

... el que arranque por fin a tus labios
un susurro que suene a suspiro...

... el que pueda poner en tus ojos
unas gotas de suave rocío...

06 septiembre 2005

Quien te ha visto...

Como una cosa lleva a otra, el post de ayer me recordó una canción sobre la madre que siempre me gustó. Buscando en internet la encontré:

Señalada por el índice del sol
La recuerdo a mi madre algunas tardes
cuando cedo a la costumbre de la siesta
de chico era penado no dormirlas,
con terribles temporadas sin veredas.

La recuerdo a mi madre soberana,
sobre un inquieto trompo de polleras,
sonriente como bota que han lustrado,
victoriosa como trigo que verdea.

Se entendía con los gallos y la luna,
si quería que le dieran hora buena,
y para ella el día ya era viejo,
cuando el sol asomaba a sus tareas.

Era un garito oscuro la cocina,
y allí ganaba ella sus apuestas,
en un truco con naipes de lechuga,
o un billar culinario con ciruelas,

A los patios enormes de la infancia,
iba mi madre y allí dejaba huellas,
cada año hasta hoy las ha seguido,
el malvón para encontrar la primavera.

Ella hizo de la vida y sus suburbios,
una cuestión de amor y de pureza,
señalada por el índice del sol,
anda mi madre para que yo la vea.

Señalada por el índice del sol,
anda mi madre para que yo la vea.


Linda, ¿no?. ¿A que no adivinan quién la escribió?.
Pues bien, fue éste.
Decididamente hay gente que ha perdido su camino.

05 septiembre 2005

Con dedicatoria

Esto es para dos personas; una es sólo una y la otra es, quizás (probablemente, seguramente) muchas. Estos versos son, en primer lugar, para quien -lo sé- los merece y, también, para quien sea que los merezca.
CANTO A LA ESPOSA II
Como un ángel en traje de faena
descompones la casa amanecida.
Las camas y las mesas se abandonan
sin recato, las faldas levantadas.
¡Sacude viejos pasos de la alfombra,
que tu amor no es posible sin nacer cada día!

El brillo soñoliento del barniz y del vidrio
despierta a la caricia puntual del plumero,
el reloj te presiente y acelera el latido.
La escoba te florece entre las manos.
¡Canta más alto y barre los recelos;
que quede el aire justo por los cuartos!

Hay una pausa siempre donde la sangre clama.
Es cuando se doblega tu maternal cintura
y un racimo de niños colgados de tu cuello,
pone a punto de risa la claridad del día.

Esposa del amor y la cocina,
de la sonrisa fácil y el pelo alborotado,
de las mangas subidas y la mirada casta.
Aún no sé si es mi paz ese diario
trajín, en el que envuelves nuestro amor, o si es acaso
mi paz este mirarte atareada
como libando aquí y allá en lo nuestro.
O si es mi paz el vuelo de tu falda,
o el aire de domingo con que pones la mesa.

Dos pájaros te escoltan cuando sales al patio.
Las tapias encaladas te roban la limpieza.
¡Tiende alta tu blusa y mi pañuelo
para que puedan verse desde el mar!
¡Tiende al sol tu recato y tu blancura
y que se sequen pronto los recuerdos!

Esposa del amor y la costura,
del cesto y de la plancha, que apaciguas
constante mi inquietud, como serenas
el mar blanco y rizado de las sábanas.

Después, la mano umbrosa de la tarde
vencida apaga lentamente rendijas y ventanas;
mientras por una escala de palabras mimosas
se te suben los hijos a la altura del beso.
Pasa un silencio por la línea exacta
donde termina el día, y la luz se deshace
iluminando pequeños universos interiores.
Es cuando tú, sentada y poderosa,
redondeas el día dando forma al sosiego.
Es cuando tú preparas los caminos
por donde el bien resbala hasta entrar en la casa.
Es cuando tú presides la alegría.
La amiga noche, esposa, no se acerca
hasta que tú le tienes mullida la almohada.

Rafael Guillén

02 septiembre 2005

J.R.R. Tolkien



Hoy se cumplen treinta y cinco años de la muerte de J.R.R. Tolkien. Podrían decirse muchas cosas... o ninguna.

Ha cruzado el Portal.
Y nos espera.
Sus sueños lo resguardan,
sus luces lo recuerdan.

Ha llegado al Final.
Y nos reclama.
Su voz nos interpela,
Su sueño nos cobija

Ha encontrado el Hogar.
Y nos invita.
Que su senda nos dirija,
Que su mundo nos proteja.

Todos hemos explorado su maravilloso mundo. Yo lo recorrí decenas de veces. De niño, soñando ser parte de él; de grande, entendiendo que –sin quererlo– soy parte de ese su mundo, que es éste en el que vivimos, aunque visto desde un prisma único.
Este es el canto de los Elfos, que celebran en el camino a Rivendell; la travesía que es un retorno. Patria.

To Rivendell
Farewell we call to hearth and hall!
Though wind may blow and rain may fall,
We must away ere break of day
Far over wood and mountain tall.

To Rivendell, where Elves yet dwell
In glades beneath the misty fell,
Through moor and waste we ride in haste,
And whither then we cannot tell.

With foes ahead, behind us dread,
Beneath the sky shall be our bed
Until at last our toil be passed,
Our journey done, our errand sped.

We must away! We must away!
We ride before the break of day!

01 septiembre 2005

Sobre poesía, ciudades y estrellas


Escuchaba recién, en el colectivo, una comentarista de radio que anunciaba no sé qué conjunción estelar que va a permitir ver, juntas y a simple vista, a Venus y a Marte (o algo así); y decía: “el que pueda, que al atardecer suba a una terraza o a otro lugar alto, y las va a poder ver”.
Me quedé pensando en esto que leí ayer y en ese “el que pueda”; y es cierto, en un lugar como Buenos Aires, el que pueda. A veces las grandes ciudades, son tan terriblemente crueles que hasta le roban a los hombres algo tan simple y básico como es el ver las estrellas, el mirar el cielo.
Por eso, salvo algunas excepciones, desdela literatura, la música, la poesía y el canto hasta la moral social y la religiosidad es siempre algo decadente en las ciudades. Esa decadencia, especialmente cuando es artística, a veces, resulta atrayente e incluso bella, en cierto sentido admirable (¿cómo es posible que haga esto -poesía, cuento, o lo que sea- con tan poco?.
Es por eso que, en el fondo, coincido con éste; me gusta el tango. Me gusta por lo que tiene de porteño: por la enérgica pintura del hombre, de lo peor del hombre. Es que es un canto auténtico, corrupto y decadente pero nuestro, como decía el P. Castellani.
Pero a la vez que no ha dado esta música, la ciudad nos ha quitado mucho. No podemos ver las estrellas (ni en el sentido material ni en el otro). Y como no podemos verlas, nos resulta imposible -por ejemplo- escribir algo como esto:

Noche
Durmió un sueño de lago,
Toda la santa noche cara al cielo, mi pueblo.

Lejanías ladradas, los suburbios,
Tremolaban la inútil protesta de los perros.

Un orvallo de luna
Humedecía el mundo, ropa que plancha el sol.

Largo verso de estrellas era la vía láctea.
¡Qué de huertos decían palabras de fragancia!

Brotaron salpullidos de grillos en la calma.
Llena de tics nerviosos la quietud parpadeaba

Mi corazón de arena se remansó en el sueño;
Sobre él paso tu imagen, brisa dulce y descalza.


Juan Oscar Ponferrada, poeta catamarqueño