29 junio 2005

Hoy es San Pedro y San Pablo, por lo que para este día bastaría con esto, aunque...
Debe ser la edad, pero parece que se me ha dado por las remembranzas. Si Girondo fue mi primera lectura de poesía por motu propio (¡esas ganas de leer algo diferente!; ¡esa ingenuidad de creer que, por ser un poeta moderno era necesariamente bueno!) Federico García Lorca es, al menos según recuerdo, la primera lectura poética estudiantil. Al menos fue la primera a la que me rendí, la que tuve que reconocer que me gustaba a pesar de la ínfulas de rebeldía contra la educación que tiene todo adolescente que se precie de serlo. Ahí va.

ROMANCE DE LA LUNA, LUNA
A Conchita García Lorca


La luna vino a la fragua
Con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.



Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
habrían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
-Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
tiene los ojos cerrados.

27 junio 2005

Siempre me gustó Girondo... y no logro explicarme por qué. Por supuesto que estoy hablando del "primer" Girondo, el inteligible; cuando empezó a preferir la rima al sentido dejó de interesarme.
Pero, en fin, su simpatía tiene algo de símpatica, de juglaresco malabarista de las palabras, siempre con una sonrisa en los labios.



DICOTOMÍA INCRUENTA
Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.

Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.

Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.

Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.

24 junio 2005

Esto es de la liturgia de las horas de estos días (no recuerdo cuándo). Es un interesante contrapunto para pensar sobre él: la Roca y la Espada.





Pedro, roca; Pablo, espada.
Pedro, la red en las manos;
Pablo, tajante palabra.

Pedro, llaves; Pablo, andanzas.
Y un trotar por los caminos
con cansancio en las pisadas.

Cristo tras los dos andaba:
a uno lo tumbó en Damasco,
y al otro lo hirió con lágrimas.

Roma se vistió de gracia:
crucificada la roca,
y la espada muerta a espada.

23 junio 2005

No me esperaba esto. Es cierto; está bastante escondida con toda íntención.
Saludos visitante, y me alegro que tengamos "amigos" en común

21 junio 2005



HOY NO VOY

No me busques, hoy no estoy;
no encontrarás de mi más
que una ilusión de mi estancia
en tu recuerdo y mi memoria

No me llames, hoy no voy;
he perdido aquellos ímpetus
de seguirte, y alojarme
en tus requiebros y preguntas

No me ruegues, hoy no voy;
sordo está ya mi ánimo
a tus súplicas e imploraciones
de humilde perdón reincidente

No me nombres, ya no soy;
y es por esto que tu búsqueda
es inútil; es por eso que aunque
me llames o me nombres no estaré.

Hoy he muerto... hoy me voy.

14 junio 2005

TÚ ME QUIERES BLANCA

Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.

Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
-Dios te lo perdone-,
me pretendes casta
-Dios te lo perdone-,
¡me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua:

Habla con los pájaros
y llévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.






Parece increíble cómo, a veces, ciertos (¿cómo llamarlos?) "puritanismos" ocultan verdades tan evidentes. Esta poesía de Alfonsina Storni, es una cabal muestra de algo tan obvio que pocos han pensado... y mucho menos dicho.
Me gusta su sentido expiatorio. El hombre tiene que merecerse a Ella Que es Blanca. Y para ello tiene que recorrer un camino de purificación.

03 junio 2005

Gabrielle D'Annunzio. Un día una periodista le preguntó qué opinión le merecían los genios:
-El genio es siempre un caso patológico y sin duda se abusa del término. Muchos que pasan por serlo han sido incluso tontos. Concretamente, en Italia sólo sé de dos. Uno, Leonardo da Vinci, a un tiempo pintor, escultor, inventor, matemático y filósofo...
-¿Y el otro...? -inquirió ingenuamente el periodista.
D'Annunzio le miró con desdén y le dejó con la palabra en la boca..




VAS SPIRITUALE
La diestra espiritual sobre un salterio,
solemne y taciturna,
una mujer vigila en el misterio
de la hora nocturna.

Un gran bosque de símbolos circunda,
a esa mujer. Sobre su frente pía
que ultraterrena claridad inunda,
tiende su red la gótica arquería
de vasto templo. Aladas potestades
pueblan las anchas naves penumbrosas
y sobre el mármol blanco de las losas
tumulares, reposan indolentes
las estatuas yacentes
entre guirnaldas de eternales rosas.

Cabe las puertas de bruñido cedro
que guardan el letárgico reposo
del santuario, y en frisos y molduras
se mezclan en hieráticas posturas
los monstruos de un bestiario fabuloso.

Ella, bajo la albura de la estola
medita blanca, sola
y solemne. Parece que concreta
en sí las tres Virtudes Teologales;
en círculo, los signos zodiacales
la nimban los cabellos de violeta.

Plumas y gemas de irisados brillos
constelan su pesado vestimento;
su diestra espiritual, llena de anillos
áureos, reposa sobre el instrumento
y al pie de ella un pontífice latino
mueve en un ritmo acompasado y lento
un frágil incensario de oro fino.

Versión de Luis A. Cano